jueves, 16 de febrero de 2012

Sinsonte.

El pajarillo tenía delirios de grandeza. Se emborrachaba de sueños tal y como la oscuridad alimenta los desvaríos. Cada mañana estiraba sus pequeñas y débiles alas de plumas de papel mientras su diminuto corazón de tinta bombeaba mil y una ideas al compás de algun éxito olvidado del Heavy Metal. Y cuanto más alto llegaba, cuando ya parecía que las raíces del nido se soltaban y le dejaban alcanzar la inmensidad de un océano de aire, caía de forma estrepitosa, aterrizando como lo hacen los casquillos desechados de las  balas sedientas de sangre.

Envidiaba la majestuosidad del cisne, la fuerza del águila, el orgullo del halcón. Quería la sabiduría del búho, la alegría del canario, la voz del ruiseñor. Incluso pidió a los ángeles ser cuervo y esconder su debilidad entre plumas de hierro y carbón. Pero se quedó en Sinsonte, un pájaro sin canto, sin fuerza, sin color.

Sinsonte soberbio, egocéntrico y soñador. Tus ambiciones eran el hazmereir de las aves, tu vuelo la viva encarnación de lo patético y lo humano, y tu canto... ¿Qué se puede esperar de un Sinsonte más que un ridículo sin son? De su garganta solo salían imitaciones, adecuaciones de nivel, el sonido del cuervo, del cerdo, del ruiseñor, del humano y del tractor... era el carnaval de la mentira, la burla de un destino demasiado cruel, el don de la astucia enmascarada dispuesta a convertirse en fiero honor y en altivez.

Porque los Sinsones somos valientes, porque eficaz es nuestra ambición, nuestra megalomanía un impulso, la imitación nuestra canción. Los defectos se volvieron humo, el miedo un arengo de calor, nadie se reiría más de su canto, de sus alas, de su dignidad, de su color... Y es que el gris se había tornado brillante cuando la luna enseñó su rostro, fue entonces cuando emprendió el vuelo, rompió raices y se convirtió en diamante.

El más diminuto de los pájaros, aquel sin ninguna aparente virtud, engañará, estorsionará y manipulará a todas las aves, en venganza por su dolor. La inteligencia es un arte y la astucia una virtud, el Sinsonte ganó la batalla cuando descubrió su don.
Hará realidad sus sueños, eso ya se lo juré yo.


Si no creyera en la locura
de la garganta del Sinsonte;
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura.
        Silvio Rodriguez, cantautor cubano.