viernes, 19 de abril de 2013

Le romantique.

Hace 189 años, el 19 de abril, el mundo observó el último de tus suspiros.
Hace 20 años, el 19 de abril, el mundo observó el primero de los míos.

Poeta, enamorado, ácido, dulce, galante, desamparado. El que luchaba por las causas perdidas, el Lord de las minorías y el romántico entre los románticos. La belleza contra la muerte, la muerte contra el amor y el amor (siempre, siempre, siempre) contra la sociedad.

El que defendía a las colonias de España, a España de Napoleón y a Grecia, su querida y amada Grecia, de absolutamente todo. El Don Juan inglés que se transformó en burlador de Sevilla y en Casanova de Venecia, el que convirtió sus defectos en armas y su frustración en poesía, en versos que acarician tus labios como lo hace el azúcar de la miel o un beso bajo las estrellas de abril. Y es que no siempre llueve en abril.

El que jugaba con los contrastes y ensalzaba la oscuridad de la muerte para que brillara más la pasión de la vida. Consideraba el mundo suyo y no creía en las fronteras, en las mayorías o en las reglas para sensaciones tan espectaculares como el amor. Era tan único, que merece ser idealizado, incluso por mi persona.

Y es que no hay mayor honor que el que el 19 de abril me una a él como me une.




For the sword outwears its sheath,
And the soul wears out the breast,
And the hearth must pause to breathe,
And love itself have rest.

                                                           Lord Byron


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