martes, 6 de diciembre de 2011

Cirque des idiots.

Despierta el hastío nocturno en forma de leche cortada, sangre salada y alcohol deshilachado. Vuelvo a sentir ese asco exacerbado y a percibir aquella repugnancia a mediocridad que escupe el ambiente y te hace vomitar de soledad. Regresan esas ganas de escribir porquerías en papeles mojados para alimentar esta puta misantropía que los dioses dieron por bueno regalarme.

El asco produce locura y la locura produce asco. Es un círculo vicioso e incorruptible que se repite en mi cerebro al ritmo de esa música vulgar e increíblemente vacua que llena de gente los santuarios de la banalidad. Santuarios plagados de idiotas gordos, guapos, feos y flacos, de seres multiformes de cerebros similares y entrañas de papel. Arlequines creados en serie, robots programados para bailar cualquier mierda que suene en el ambiente, para restregarse los unos con los otros en busca de calor, de sudor, de alcohol, de sexo y de aceptación.

Los caballeros se extinguen cuando empiezan a sobar a las damas y estas a su vez se esfuman bajo los gritos ignorantes y multiorgásmicos que les produce el que repitan algún tipo de canción latina exactamente igual a las demás. En esos momentos parece que todo lo que amas huye de la realidad, que la cultura se esconde de aquel suelo pegajoso de alcohol y saliva, y que la inteligencia jamás dejó de ser una extraña utopía. La amistad enseña su verdadero rostro, una tez rojiza, furiosa y atemporal que se desespera porque tu diversión no se basa enteramente en la fiesta, el futbol, el sexo y alcohol. Incluso les parece raro que en el mundo pueda haber algo más. Y resulta tan ridículo su patetismo que no sabes si echarte a reír o a llorar.


Payasos. Monos de circo que se comportan exactamente como quieren que se comporten. Hijos legítimos de una sociedad de garrafón y falsa moralidad que les manipula hasta límites insospechados. Desaparecieron los antiguos valores y se sustituyó a Kafka, a Beethoven ,a Goya y a Buñel por una juventud triste y decadente, más o menos de usar y tirar. Y es que lo único que me consuela en aquellos momentos de rabia y ostracismo es pensar en el placer de prender fuego a su repugnante santuario, para que supliquen, chillen y se derritan de puro dolor al ritmo de su tan amada "Danza Kuduro".

4 comentarios:

  1. reconozco k eres bueno....buen critico...pero no tabueno como podrias llegar hacer...dejondo aun lado la rabia...el resentimiento..y la benganza,...prueba de usar tu arte con algo verdadero...algo que enverdad balga la pena...no desperdicies tu arte de esta manera...olvidate del odio...vamos tu puedes, se k si!!!

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  3. El odio forma parte de la vida y la rabia y el resentimiento son uno de los principales motores del escritor por lo que no puedo dejarlos a un lado, sino aceptarlos y desahogarme.
    Muchas gracias por tu comentario.

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  4. Me parece a veces que la rabia es con uno mismo, que la moralidad siempre ha sido una farsa planificada y que se es víctima de las promesas de las filosofías.Yo ya me abstengo de andarme paseando por los sitios, pero me pregunto todos los días si ese extremo es igual de reprochable.

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