sábado, 10 de diciembre de 2011

La Bohème.

Amanece nublada la noche de los gatos. Se encapota el muro donde alguien escribió poesía en Times New Roman cursiva y color azul eléctrico. La sangre recorre las alcantarillas y el olor a incienso hipnotizada a los dandis que se perdieron en el callejón de la Bohème. Jodidos snobs integristas que sueñan con ser escritores, besar la fama y volverse locos en el salón del opio, las cenas oficiales y los prostíbulos baratos. Caballeros misántropos y de trastorno obsesivo compulsivo que morirán jóvenes a base de vodka y clorfenamina.
Uno de esos idealistas presuntuosos hace ya tiempo que escupió a Dios en la cara y ahora vaga por los callejones en busca de una nueva providencia cuya belleza no apeste a muerte o a mármol. Y parece que la encontró en una mujer triste y rebelde, obsesionada con plasmar instantes y con que el mundo dejara de girar.
Ella encajaba en los suburbios del alma, era la libertad impresa en el aire, el calor en las entrañas y el frío en las alcobas de las lesbianas que hablan francés en primavera. Un espíritu de valentía que lloró el vacío de esta existencia lúgubre y solitaria sin derramar ni una sola de sus lágrimas de cristal. Y es que de vez en cuando, al gilipollas que maneja el destino le da por preparar sorpresas en su guarida de las cloacas neoyorquinas.
Se acercaron lentamente, el caballero y la bohemia, la oscuridad y la tempestad, la mente y el cerebro... y quién sabe si también el alma y el corazón. Porque ambos preferían decir Hola en lugar de Te quiero y pensar en lugar de amar. Gabriel García Márquez dijo que el corazón tiene más cuartos que un hotel de putas, y quizá ambos tuvieran que abrirlas todas antes de lanzarse a ese vacío que se acumula en los tarros de cristal.


¿Cuál es tu sueño?
—Un beso bajo la lluvia ¿Y el tuyo?
Que empiece a llover.

3 comentarios: