sábado, 23 de octubre de 2010

Catarsis.

Me gustaría posar una venda en tus ojos, en esas tristes esmeraldas empañadas de lágrimas, cogerte fuerte de la mano y llevarte lejos, mucho... donde no existen ni los recuerdos ni el futuro. Escapar, juntos.
Me gustaría protegerte de este cruel sucedáneo de la vida, despejar tus dudas y amontonar tus miedos, tus problemas y tus lagrimas en un frasquito que prometeríamos no abrir jamás.
Me gustaría alterar el mundo, o mejor, crearlo desde cero. Un mundo solo para tí, nuestra propia utopía plagada de ideas y químeras que flotarían en el aire como pompas de jabón.
Me gustaría dibujar alas en tu espalda, alas de sangre y de luz de luna, que cobrarían forma cuando libre atravesaras el horizonte, mecida suavemente por el viento.
Me gustaría entrar en tus sueños y decírte que este loco nunca olvida, mientras espanto tus pesadillas con pétalos de arena.
Me gustaría hacerte incorpórea, étera, inmortal. Me gustaría que no desaparecieras nunca.



Me gustaría tener aquella revancha prometida de ajedrez.

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