No creo en el altruismo ni en la sociedad.
Dejé hace mucho de imaginar un mundo regentado por un dios, si es que algún día lo hice.
Reacio a creer en el orden y en el desorden, en la politica y en la autocracia, la utopía se convirtió en una quimera.
Nada está escrito, el destino no existe y el tiempo es relativo. La luz es oscura y la noche serena.
No creo en el cuerpo ni en el alma, sería como creer en orugas y mariposas. Como creer en la vida y en la muerte.
Los barcos zarpan y a las palabras se las lleva el viento, en un oceáno de sangre que apesta a salitre y a gritos de gaviotas.
Tampoco creo en el pretérito imperfecto, ni en el perfecto si es tu nombre el que recibe la acción del verbo.
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