Viento, libre y étereo,
de elocuente palpitar.
Arranca el árbol marchito,
cubre de polvo el altar.
Tierra, hogar de los muertos,
del lirio, la rosa y el pan.
Luchan en fiera batalla,
la ensenada contra el mar.
Agua, fuente de vida,
del salitre y la nevada.
La tormenta trae la lluvia,
la lluvia apaga la llama.
Fuego, ardiente pasión,
de cera, sol y brasas.
Febo quema el incienso
y aromatiza el alba.
Pero el amor y el odio,
que hacen la vida cara,
No son más que la unión
del todo con la nada.
Precioso. Sencillamente.
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