miércoles, 23 de febrero de 2011

23-F

Hoy hace treinta años de aquel momento en el que España dejó de respirar. Aún hoy se conservan los agujeros que hicieron las balas de Tejero en el congreso de los diputados. Aún hoy quedan los recuerdos de nuestros padres y abuelos que relatan la angustia del momento.
La libertad de la España de entonces, y quizá tambien de la de ahora, se balanceó durante horas en la más delgada cuerda, cual funambulista borracho. Me estremezco de pensar en que algo así pudiera ocurrir ahora y que la libertad con la que nacimos nos fuera arrebatada con la estúpida frase de "viva España".
Brindo por todos esos diputados, fueran del partido que fueran, que se negaron a ceder a su chantaje. Brindo tambien por Juan Carlos, a pesar de mi republicanismo exacerbado, por tomar aquella decisión que, si bien tambien le convenía a él, era indispensable para nosotros.
No soy patriota ni mucho menos. España es el pais donde me tocó vivir y a pesar de todo no es un mal lugar. Pero algo se revuelve en mi interior de pensar en como Adolfo Suárez se plantó delante de ese cañón cargado de represión, por un pais que lo acababa de rechazar. ¿Hasta que punto se puede amar algo como para dar la vida por él?


23 de Febero. El día en que España pudo volver a esa prisión fascista justo cuando se econtraba más débil. Pueden sacar sus tanques, sus bombas y sus frías ametralladoras. Pueden cambiar nuestra vida, alterar la información y degollar nuestra libertad. Pero el 23 de febrero se demostró que, a pesar de todo, los ideales son a prueba de balas.
                     
                                                                                                                  

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