lunes, 28 de febrero de 2011

Sourires de tissu.

No descosas esas sonrisas que bordaste en tu rostro con aguja de plata e hilo de alquitrán.
Respira el aroma de la hipocresía y miéntele al mundo con aquella sonrisa rebelde que te inyectaste a la fuerza.
Cuida a la princesa desde fuera, no permitas que la ocurra nada malo y vela por ella mientras duerme, pero jamás la toques. Ni una caricia, ni un roce... por muy suave que sea su olor y por muy dramática que suene su piel.
Y nunca vacíes esa falsa carcajada que te sale de lo más hondo del hígado. Por mucho que sientas como tu cuerpo se parte en dos cuando lo hace.



Ámala, sueña con ella, idealizalá si quieres, pero nunca la toques. Su cuerpo de cristal se desharía ante la hiel de tus labios. Y sonríela, porque es tu manera de protegerla.

                                                           

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