martes, 8 de febrero de 2011

Lettre à un nouveau-né.

Supongo que ya te habrán dicho lo que te espera aquí, en el mundo. Pero, como todos, te has empeñado en venir costara lo que costase. Estás avisado asi que tu mismo debes hacerte cargo de las consecuencias.
Primero sentirás un frío inmenso y desearás con toda tu alma volver a ese vientre caliente donde no tenías la estúpida necesidad de respirar. Llorarás y te acordaras de mí y de mi advertencia, mas la crudeza de la vida no reside solo en el frío y en esas figuras difuminadas de tu alrededor.
Pronto descubrirás lo horribles que pueden llegar a ser las personas, lo desafortunadas que pueden llegar a ser las circunstancias y lo dificil que puede llegar a ser el sobrevivir en este puto mundo de locos.
Quizá seas uno de esos tiranos que imponen sus ideales sobre los de cualquiera, o quizá lleges a ser la persona que solucione los problemas del mundo, aunque dudo que una criatura tan pequeña llege a tener tanta fuerza. Quizá nazcas en un pueblo de Tanzania y mueras de desnutrición a los seis años o lleges a ser el primer hombre en pisar Marte. Quizá seas una striper en algún bar de carretera, un inspector de hacienda ruso o el arzobispo de Constantinopla. Quizá te enamores aunque no te lo recomiendo.
Quizá mueras nada más nacer y la dura vida de la que te hablo se resuma en una dificultad inmensa por respirar. Pero, a pesar de todo, te recomiendo que lo intentes, que cuando salgas de ahí pongas toda tu alma en respirar y conviertas tu llanto de miedo en llanto de triunfo.


Asústate del mundo, míralo como algo cruel y despiadado y témelo con toda tu alma si quieres, pero no dejes que te absorba ni que te cambie. Te recomiendo que aunque lleges a este mundo llorando, salgas de él con una sonrisa de rebeldía. Y enamórate aunque no te lo recomiende, y viaja, aprende, come, bebe, ríe... y demuéstrate a ti mismo que valió la pena respirar aquel día y echarle cojones al mundo.
                                       

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